Marcos Pastor salió el sábado de Doñana Golf intranquilo. Algo no marchaba bien. Las sensaciones en el campo no habían sido buenas. La tercera ronda del Campeonato de España de Profesionales no había ido según lo previsto y tenía el cuerpo extraño. No era una cuestión técnica, ni física, simplemente su cabeza se había disparado. “Soy de darle muchas vueltas a la cabeza, de pensar y pensar y hay veces en que la mente me va a mil por hora. Tengo comprobado que cuando me pasa eso me va peor en el golf, así que decidí llamar a Rocío Pomares, mi psicóloga”, explica el jugador cordobés afincado en Málaga. Mano de santo.
La teoría parece fácil. Ir golpe a golpe, tranquilo, sin pensar en el resultado, sólo pendiente del juego... Todo eso está muy bien y es fácil decirlo, pero Marcos necesitaba algo más, una claves, y Rocío se las dio. “Me dijo que disfrutara del paseo por el campo, que mientras caminara entre golpe y golpe me fijara por ejemplo en mis propias pisadas para centrarme en algo y conseguir frenar así mi cabeza. Llevamos toda la temporada trabajando en diferentes cuestiones psicológicas y siento que estoy mucho mejor. Fue una charla de media hora y me vino muy bien. Hoy, cuando estaba desayunando con mi madre, que ha venido a hacerme de caddie los dos últimos días, le dije que me recordara después de cada golpe esa frase: disfruta del paseo”, asegura. Inmaculada, así se llama la madre de Marcos, cumplió a rajatabla y su hijo no sólo disfrutó del paseo, sino que consiguió producir los birdies que necesitaba para llevarse la victoria.
Su final fue apoteósico, con tres birdies consecutivos en los hoyos 16, 17 y 18 para forzar el desempate. “En el 16 (par 3 complicado con un green pequeño) pegué un tiro muy bueno y metí un putt de cuatro metros. En el 17 salí con el drive. Tenía que arriesgar porque sabía que necesitaba el birdie. La dejé a 75 metros y esos golpes los controlo bien. Pegué un buen tiro y la dejé a poco más de un metro. Y en el 18 (par 5 muy largo) salí con el drive y pegué el híbrido de segundo para dejarme el tiro más corto posible. Pegaba el viento en contra y no era nada fácil. Me quedé a 110 metros de la bandera y pegué un muy buen hierro 9, un palo con el que he estado cómodo toda la semana. Fue el mejor golpe. La dejé a un palmo y casi la meto...”, asegura Marcos. En el desempate le valió con el par para llevarse la victoria.
El triunfo de Marcos sabe a gloria. Es el resultado de un trabajo muy bien hecho y perfectamente planificado, lo que hace que aún sepa mejor. A principios de temporada decidió aparcar el Alps Tour a pesar de que tenía tarjeta para jugarlo completo y decidió enfocarse en prepararse mejor como golfista con su equipo de trabajo, especialmente con Iván Hurtado, su entrenador, y Rocío Pomares. El trabajo está dando los frutos. Ganó el Gecko Tour en el mes de marzo y ahora se ha proclamado campeón de España de Profesionales. Pero sobre todo está creciendo como jugador en todos los aspectos. Tiene una fe ciega en la preparación que está llevando a cabo. “Le dije a mi padre hace unos días que apostara por mí en alguno de los tres próximos torneos porque estaba convencido de que iba a ganar. Lo que no sé es si lo habrá hecho...”, sonríe Marcos.
La apuesta que sí está hecha y que Marcos sigue ganando cada semana es la del trabajo bien hecho y planificado. “Ha sido una alegría este triunfo, y mucho más con mi madre al lado, que estaba más nerviosa que yo en los últimos hoyos. Ha sido una sensación espléndida poder ganar con ella”.
Marcos Pastor, posa con el trofeo en Doñana Golf. (Jesús Ruiz)