Scott Fernández y Miguel Ángel Jiménez han acabado el British Open con la mirada perdida, aunque eso sí, por motivos bien diferentes.
Scott salió del British Open el viernes como un púgil al que acaban de mandar a la lona. Noqueado por la Madre Naturaleza. El Open cargó con toda su crudeza contra el joven granadino. Scott tuvo que bregar con unas condiciones meteorológicas dantescas. El frío, cortinas de agua y un viento que llegó a soplar a cincuenta kilómetros por hora castigaron sin piedad a todos los jugadores del turno de tarde de la segunda jornada. Fue un bautismo cruel para Scott. No quieres jugar un grande, pues toma dos tazas. Hasta su caddie, natural de Troon, la sede del British, le confesaba a mitad de ronda que jamás había visto unas condiciones tan difíciles.
Miguel Ángel Jiménez, por contra, ha salido del British Open este domingo como quien se sienta a mirar una maravillosa puesta de sol en el mar de Irlanda. Ha terminado el torneo con el corazón en un puño, tragando saliva, con los ojos húmedos y con problemas incluso para articular las palabras. Es la magia del Open y el cariño de la afición británica. Miguel es muy querido en todo el mundo y hoy en el hoyo 18 de Royal Troon ha vuelto a vivirlo en sus carnes. La ovación de la grada puesta en pie ha sido de época. “Tengo los pelos de punta. Hay pocas cosas en el mundo del golf como el paseíllo en el hoyo 18 el domingo camino del green cuando estás en los últimos partidos”, admitía casi balbuceando por la emoción el de Churriana al acabar su vuelta.
Scott y Jiménez han acabado el Open con la mirada perdida. Scott ha jugado su primer British y no ha pasado el corte tras una sensacional primera jornada. El tiempo se encargó de sacarlo a empujones. Miguel, por su parte, ha cumplido sus bodas de plata desde la primera vez que jugó el Open allá por 1991 con un magnífico top 20 final. Es su sexta mejor actuación en un British, superando sus dos presencias anteriores en Troon (1997 y 2004). Y sí, recordemos que tiene 52 años.
La mirada perdida de Scott y Jiménez no es un signo de derrota, ni mucho menos. No claudican. Fernández ya está pensando en su próximo British. Tiene una cuenta pendiente y está convencido de que la acabará saldando más pronto que tarde. Tiene juego de sobra para hacerlo. Mientras, Miguel no está por la labor de que sea su último major. Sabe que lo tendrá difícil para seguir clasificándose, pero se marcha de Royal Troon convencido de que si mantiene la línea de juego de esta semana seguirá dando guerra. La próxima semana juega el British Open Senior en Carnoustie. Su primera oportunidad para clasificarse para el Open de Royal Birkdale en 2017. El ganador se lleva una plaza directa. Son miradas, sensaciones, revanchas, desafíos. Deporte.
Scott Fernández y Miguel Ángel Jiménez, en Royal Troon.